sábado, 6 de marzo de 2010

dopaminma

Dopamina.

Capítulo I.
Hoy me he levantado de cama sin dejar de soñar, sin dejar de pensar. Las cosas parecen más reales de lo habitual, el sol atraviesa mis parpados plagando con destellos los tiernos y temidos imaginarios que ahondan en mi mente.
Es fácil pensar que no soy yo, a su vez resulta grato el recordarlo, dichoso placer que le interpreto cual ecuánime discrepancia.
Sublime estado de cosas. En el canto de las aves mi andar se desenvuelve indefinido.
Obsoleta mi razón para con el entendimiento de lo que me has dado y lo que me has arrebatado, mi mente penetra las costas de tu consuelo, incomprensibles arrullos que se cristalizan en el matiz del alba.
En esta compleja armonía confundo mis sentidos con las cosas. Ángeles y demonios labran entre colores; una ligera charla sobre los sentimientos de las flores, y entonadas liricas con referencia a los anhelos de los elefantes.
Los desiertos se nublan ante la vista de los halcones, las presas se doblegan ante la galaxia.
Mis pensamientos penetran el aroma de los colores, para así poder volar a las estrellas y soñar entre polvo cósmico.
Ilusiones objetivadas en sueños que eternizan la decadencia de lo concreto.
Madres que imploran a sus hijos, infantes que derraman irracionalidad, madres que desconocen motivos, ruegos que desechan consuelo.
Mecánicas balsámicas reintegradoras de las viejas, procesos de alivio que reflejan en ellas la infancia procurada por los viejos.
Bestias disfrazadas de jirafas, escudadas tras el manto de la amnistía, en búsqueda de serpientes venenosas que atraviesan portales místicos.
Corpóreos y terrenales misticismos, engranajes de mecánicas inadecuadas postuladas al desconcierto de los que buscan consuelo.
Hegemonía racionalista de temprana infancia. Perturbadores de sueño, excesos de misterio, sobredosis prismática.
Confiado de animalescas ilusiones terrenales, contemplo a los colores que vívidamente fornican sobre las galimatías formadas entre las ramas de árboles secos.
Bestialidades fulguradas bajo las sombras de las yagas. Mariposas que provocan segregación de dopamina, derrame de vida que se vierte en polisemia.
Multiplicidad adscrita al volátil y fétido aroma de las heridas que alimentan la metamorfosis de las orugas.
Cometas que alimentan a las gaviotas, universos de comercio que resplandecen sueños arrastrados durante siglos y fascinaciones que vuelan en la eternidad.
Indómito control, racionales plegarias terrenales, divinas majestades materiales, arcaicas novedades ritualistas.
Manejo e intercambio de información, engaños por pretensión, aberración al miedo del yo individual, unicidad del yo múltiple. Interconexiones postuladas.
Tergiversaciones demacradas. Aguas cristalinas ruborizadas, peces inconscientes que en delgadas y trasnochadas aguas constriñen.
Anguilas eléctricas, chicos perturbados. Osos que devoran rosas, semillas que brotan en el furor de salvajes copas.
Pasajes olvidados, risas espontáneas, nervios constelados, caramelos embalsamados. Relatos sobre relatos, ligeras y claras notas se armonizan bajo una constante incompatible a las mediciones del tiempo.
Instantes en el tiempo, luces programadas con ecosistemas congeniados, manos que se acarician. En pronunciadas incongruencias el manto estelar ha sido desgarrado, tigres en el cielo que amordazan a las estrellas en desvelo.
Estilos de las épocas, tiempos estilizados, sentido de unicidad y particularismos de identidad. Cucarachas que se peinan en la brisa de la esperanza que naufraga en lo inhóspito de sus cualidades.
Embelesadoras cualidades, imaginarios infinitos, mentes inexploradas, sueños sin conquistar, temerosas ilusiones combatidas por pragmatismos.
Sentimientos de vida, conflagraciones violentas. Sentimientos de vida, dulces sin reproche, hombres disfrazados de payaso martirizan a los azotados.
Los flagelados exploran sus imaginarios. Los corpóreos se disfrazan con la materia. Meditaciones que descomponen la materia.
En el desdoblamiento del alma han conocido la materia, en el amor han creado su expresión con ella, y de su expresión han hecho una exploración astral.
Han consagrado sus ojos a sus mentes, han disociado los sentidos, los han nombrado y correlacionado. Con ello han intentado manipular a la materia.
Los que han imaginado se balen de la materia manipulada para crear, los que crean se han fusionado con la materia para cristalizar.
Impalpables cristalizaciones que se decodifican en el común de los que no saben imaginar, limitadas concreciones alabadas y despreciadas.
Desprecios incorregibles que vanaglorian a las jirafas, despreciables alabanzas de amnistía que corrigen a los vanagloriados.

Capítulo II.
Características inefables, robustos sentimientos.
Parafernalias innombrables, parafernalias que aturden.
Constelaciones contempladas, miedos enfrascados.
Patéticas esclerosis de polisémicas conjugaciones.
Refuerzos enmohecidos, pestes ventiladas, infranqueables soluciones, construcciones inmaduras, aves que vuelan en el refugio de pulmones dilatados.
Abstractas pretensiones de sensaciones incumplidas, placer de la existencia, fragancia de riqueza, posada de ambigüedad guiada por la razón.
Bestiales conjunciones de impredecibles metamorfosis.
La nada se apodera de los sentimientos más bastos experimentados en el alma, el desconcierto no tiene lugar en la nada, en las tinieblas nada te corresponde.
Columnas declinadas, oleajes devastados, reflujos olvidados, trastornos adaptados, ironías contempladas, caos reanimado, constantes devenires de animadas desolaciones.
Trance de movimientos, danza interpretada. Destiempos que refrescan la nublada memoria de los recuerdos, memorias que fundamentan el constante sonar de los tiempos.
Pasados que se olvidan en su plenitud y de forma implícita se viven en la cotidianeidad. Constante temporalidad – que intrínsecamente se aberra a los pasados – historicismos de sentido ante la oscura eventualidad.
Pordioseros que se humillan, especuladores que suplican, moribundos que perturban la conciencia de los tiempos asumidos en vida, ambivalencia predadora, triste razón.
Objetividades cosmológicas intangibles, cristalizaciones mágicas, representativas herramientas, elementos conductores.
Ensordecedores mecanismos hidráulicos, mandatos que guían el mal, formalidades que conducen a las tinieblas, guías de vida que concurre a la imperfecta integralidad.
Imperfecciones que se omiten, negligencias hipócritas que en la formalidad integran y satanizan a la imperfección.
Burocracias administrativas contrarrestadas con imperfección, males arraigados e inmiscuidos, flores y leones que en encubiertos celos fornican con dragones.
Colores que se derriten, sonidos que pasman, fantasmas de la noche de ustedes deseo ocúpense de sus trastornos, no vean a mis grandes amores los dragones.
Fantasmas diurnos y fantasmas tipológicos, a ustedes les digo mostrarme a sus dragones y confrontarlos con los míos, hacer el amor entre vosotros sin ocultar sus trastornos.
Acoger sus males, enfrentarlos todos, no os combatas, entenderlos y usarlos. Regocíjense en la hipocresía, método ya creado.
Usar las armas que los han golpeado, ustedes sean los más despiadados, pisen grillos y mastiquen su canto.
A ustedes los fantasmas tipológicos les digo, no condenen a los dragones de los cuales aun no se han enamorado, no se enamoren de dragones que no sean atractivos ante sus trastornos.

Capítulo III.
Acaso eres tu dulce disfraz de bellas sombras, de estremecedoras ambivalencias que en mi deseo armonizan a los tiempos de la inquieta curiosidad. Latentes fulgores que aprietan mis destellos intimados por sus deseos.
Politeísmo interpretativo de la miscelánea religiosidad de la que pretendo o imagino ser profeso. Hilarantes presunciones que vanaglorian a la religiosa vanidad de la belleza purificada en rubores de incógnitas pasiones.
Como flores que se destilan al margen del sol, mientras la imagen que te idolatra se hace cada vez más difusa, fio mis sentimientos a los llanos de foscas que se marchitan en la embriagues.
Tinieblas que me absorben en la agonía del silencio, silencio que devora el exceso de las palabras, símbolos que embelesen a la razón del silencio, silencio que obedece al delirio de los acuerdos, lógicas que se violan en la penumbra del silencio.
Como brotes espasmódicos que liberan las condenas de los creyentes, me libero por momentos de la condena del silencio sin romperlo, conciencias que deliran la absolución encontrada en su pecado el silencio.
Somos causa, materia e identificación. Complejidades condensadas, universos conquistados, reproches de conquistas complejizadas.

Capítulo IV.
Como sucios y barridos vientos que escupen al sol interminable aliento, suspiros condenados en las ánimas de la primavera. Condensaciones de lamentos que usurpan las zonas más recónditas en los que los rayos del sol suelen refugiar su retirada.
Anexos coloquiales a la sutil diplomacia de la fecundidad. Reproducciones aleatorias sujetas a las disposiciones de las orbitas. Distinguibles sensaciones que despliegan los particularismos celosos de autonomía, astros orbitados en el interminable aliento del sol.
Cosmologías que te asemejan como análoga luz de vida, despertares que resucitas en las imágenes de los colores que se dibujan a través de partículas brillando en la acepción de tus reflejos.
Dopamina que fermenta la eternización de los instantes, bioquímica orbitada en dialécticas imágenes. Reclamos cosmogónicos, el universo corresponde como nosotros a él, infinita belleza que con amor te congelas en las estrellas.

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