Veo lo que pienso.
En ocasiones pienso y veo.
Imaginarios que traducen sentimientos.
Si desdoblo mi cerebro entre los cuentos.
Fantasías, geometrías, o si platico con los muertos.
Debe ser por la licitación satírica demoniaca de los cuerpos.
O quizás se deba al laico sol del día, con lumbres de solloza dinamita.
Liricas sónicas divinas, lúdicas sinfonías dionisiacas, litorales de salvajes dinastías.
jueves, 30 de diciembre de 2010
Lozanía mocedad en desvelo.
- No eres más que confundido entre los blasfemos acallados…
Atesta me confesó la noche, tras aplacarse por unos segundos continuo.
- No eres más de mí un reproche, tampoco haces más de mí tu rumor ni tu mueble de hablilla.
Atónito divagaba sin saber si se tratase de una réplica o un reproche, al tiempo que confirmaba aquella su primera línea, como expedita interrupción a mis interinidades insistió.
- No eres más un nómada errático nocturno, ya no te reconozco como al dichoso nauseabundo, ¿te has convertido acaso en un ser pugnante, es acaso tu pulsión, tu pureza, tu mundo?
La noche me adjudicaba entre sus labias sádicas demoniacas, mientras con sumo temor respondí a la confusión, a la oscuridad a las tinieblas.
- De ti jamás me escondí, nunca te mentí…
Sin embargo tú tampoco revolucionaste, ni me consolaste, siempre fuiste lobreguez, penumbra y tenebrosidad. Además debo confesarte que a la fantasía no la encarna la luz del día, quien perdida su lengua, en su vergüenza e incapacidad, no hace más que develarme y conducirme hasta tu escambrosa incertidumbre, así que regreso a ti de nuevo y con ello el desvelo.
Y entre irónicas risas aquella canto.
- Es acaso que buscas razón o consuelo mi pequeño riachuelo, no haces más que morder el anzuelo, si es que a mar te diriges, “haber sido” esa será tu razón y tu consuelo.
Soberbio escupí mi rauda lucidez en su infinito manglar de mundanas meditaciones.
- Desvelado me entrego a ti como tu reproche, asirme por tu conquista desconsuelo, insatisfacción, escabrosidad lunar, burlona, albergue del más allá, en ti es en quien buscare mi verdad, perecer en el intento, esa será mi razón, mi consuelo.
Y con ferviente serenidad ella me despidió.
- En ese momento tu construcción no servirá mas y en mi regazo permanecerás, consumado en infinito polvo y luz serás, y en pueril arrogancia a los blasfemos iluminaras, tendrás el dominio del manglar de su deseos y de ellos tú te burlaras, mientras la inculta luz del día eternamente te desplazara, para dar lugar a la blasfemia de los que aun no conocen la verdad.
Atesta me confesó la noche, tras aplacarse por unos segundos continuo.
- No eres más de mí un reproche, tampoco haces más de mí tu rumor ni tu mueble de hablilla.
Atónito divagaba sin saber si se tratase de una réplica o un reproche, al tiempo que confirmaba aquella su primera línea, como expedita interrupción a mis interinidades insistió.
- No eres más un nómada errático nocturno, ya no te reconozco como al dichoso nauseabundo, ¿te has convertido acaso en un ser pugnante, es acaso tu pulsión, tu pureza, tu mundo?
La noche me adjudicaba entre sus labias sádicas demoniacas, mientras con sumo temor respondí a la confusión, a la oscuridad a las tinieblas.
- De ti jamás me escondí, nunca te mentí…
Sin embargo tú tampoco revolucionaste, ni me consolaste, siempre fuiste lobreguez, penumbra y tenebrosidad. Además debo confesarte que a la fantasía no la encarna la luz del día, quien perdida su lengua, en su vergüenza e incapacidad, no hace más que develarme y conducirme hasta tu escambrosa incertidumbre, así que regreso a ti de nuevo y con ello el desvelo.
Y entre irónicas risas aquella canto.
- Es acaso que buscas razón o consuelo mi pequeño riachuelo, no haces más que morder el anzuelo, si es que a mar te diriges, “haber sido” esa será tu razón y tu consuelo.
Soberbio escupí mi rauda lucidez en su infinito manglar de mundanas meditaciones.
- Desvelado me entrego a ti como tu reproche, asirme por tu conquista desconsuelo, insatisfacción, escabrosidad lunar, burlona, albergue del más allá, en ti es en quien buscare mi verdad, perecer en el intento, esa será mi razón, mi consuelo.
Y con ferviente serenidad ella me despidió.
- En ese momento tu construcción no servirá mas y en mi regazo permanecerás, consumado en infinito polvo y luz serás, y en pueril arrogancia a los blasfemos iluminaras, tendrás el dominio del manglar de su deseos y de ellos tú te burlaras, mientras la inculta luz del día eternamente te desplazara, para dar lugar a la blasfemia de los que aun no conocen la verdad.
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